7 de diciembre de 2011

Heridas

Los niños pequeños tropiezan muy a menudo y se hacen heridas en las rodillas, entonces lloran un poco, pero pronto se les pasa porque es una herida superficial. Pero esto no les pasa solo a los niños, también a los mayores. ¿Quién no se ha caído y se ha hecho una herida que después ha olvidado que tenía? Porque ahora somos mayores y esas cosas ya no nos duelen. ¡Mentira! Una herida por pequeña y superficial que sea duele.
Pero el problema real no son estas heridas, las que los niños solo lloran un momento por ella y los mayores las ignoran. El problema está en las otras, en la que son más profundas y más graves, las que dejan cicatriz... Yo tengo una en la rodilla izquierda de caerme en la bicicleta, pero tengo muchas más que no se ven. Esto no es algo exclusivo mío sino que le pasa todo el mundo, sí a todo.
Las peores heridas son las que van por dentro, no las que te haces en la piel, las de dentro son las que se quedan gravadas, las que no se olvidan al momento y duran toda la vida. Esas que aunque queramos no podemos olvidar, las que nos recuerdan cosas que han pasado en nuestras vidas, mejores o peores. Estas heridas se vuelven a abrir cuando creías que estaban curadas, nos da miedo hacernos otras iguales, estas heridas molestan muy a menudo, pero ¿sabéis otra cosa? Estas heridas ayudan. Ayudan a no cometer los mismos errores, nos van haciendo madurar, crecer, estas heridas nos hacen ser quienes somos, en el buen y mal sentido, pero en definitivamente ser nosotros mismos
Yo tengo mi cicatriz en la rodilla y otras muchas de las que no se ven, no sería yo sin la primera ni sin las segundas.

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